Historia de Chucho el roto

Pablo Jesus Mendez, “Chucho el Roto”, fue un bandido mexicano. Nació en Santa Ana Chiautempan en el estado de Tlaxcala (México) en 1858. Su nombre original era Jesús Arriaga. Se convirtió en astuto bandido e inmejorable estafador al no encontrar otro camino para vengarse de un millonario que lo mandó a presidio. Se había evadido del penal de San Juan de Ulúa en el año de 1885. El penal estaba en el islote del mismo nombre, frente a la ciudad de Veracruz.

Se asegura que su cautiverio se debió a la venganza de don Diego de Frizac, un millonario tío de una agraciada joven noble que se enamoró de Jesús, quien era en ese entonces un pobre y honrado carpintero.

Matilde de Frizac y él procrearon una hermosa niña a quien pusieron por nombre María de los Dolores (Lolita). Al descubrirse el hecho, Jesús fue humillado y amenazado por los parientes de la muchacha, y finalmente rechazado por ésta, por temor a su tío. Entonces Chucho decidió robarse a su hija, y éste fue el motivo para encarcelarlo, primero en la penitenciaria del Distrito Federal, de donde fue trasladado a San Juan de Ulúa, aún a pesar de haber devuelto a la criatura.

Las estafas de Jesús Arriaga llegaron a ser famosas y a sorprender a mexicanos y extranjeros, por ser un astuto ladrón quien, usaba la mayor parte de lo robado para socorrer a los necesitados. Era conocido con el sobrenombre de “Chucho el Roto” porque para llevar a cabo sus estafas acostumbraba vestir con suma elegancia, al estilo de los adinerados de esos tiempos, los llamados "rotos" (elegantes).

A lo largo de casi diez años y en compañía de sus secuaces, apodados "La Changa", "Juan Palomo" y "Lebrija", robó y estafó, pero asimismo luchó en favor de los desposeídos, convirtiéndose en uno de los ídolos más queridos del pueblo, ya que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.

Años después fue apresado en las Cumbres de Maltrata, Veracruz, en el que se supone fue su último atraco. Se asegura que fue conducido nuevamente al penal de San Juan de Ulúa, mismo de donde había escapado nueve años atrás, introduciéndose en una cuba (barril que hacía las veces de un sanitario). Se comenta que cuando nuevamente intentó escapar, fue traicionado por un compañero de celda.

Herido de bala fue recapturado, y al pasar por la plaza principal de la fortaleza, el coronel Federico Hinojosa, director del penal ordenó:
-¡Que le den doscientos latigazos a ese desgraciado! Con mucho orgullo, Chucho el Roto contestó:
-No puede ser desgraciado el que roba para aliviar el infortunio de los desventurados... El director dijo:
-¡Denle trescientos!

Entonces fue trasladado a una celda de castigo conocida como "El Limbo" en el mismo penal de San Juan de Ulúa, en donde un verdugo apodado "El Boa", cumplió la orden. Para ello, se dice, el verdugo recibió previamente mil doscientos pesos-oro de manos de Matilde de Frizac, la madre de Lolita, con el fin de evitar que Jesús muriera en el acto, pues el verdugo sabía como golpear.

Del Limbo lo llevaron a la enfermería del hospital más antiguo de Veracruz, el "Marqués de Montes”, donde oficialmente murió el 25 de marzo de 1894, a los treinta y seis años de edad. El cuerpo fue recibido por Matilde de Frizac, Lupe, hermana de Jesús, y Lolita su hija. El féretro fue custodiado por guardias contratados por Matilde y trasladado por ferrocarril a la Ciudad de México para que se le diera cristiana sepultura.

Las tres mujeres, acompañadas por un marqués austriaco, de nombre desconocido y prometido de Matilde de Frizac, abordaron un vapor que las llevaría a Europa. En cuanto a los restos de Jesús Arriaga, cuentan que cuando abrieron el féretro en la capital éste estaba lleno de piedras, así que no se pudo saber más de él. (Fuente: www.chuchoelroto.com.mx)

La Mulata de Córdoba

Cuenta la leyenda que durante la época del Virreinato, cuando muchas personas morían a manos de la Santa Inquisición acusadas de brujería o de prácticas que iban en contra de la religión, vivía en la ciudad de Córdoba una mujer mulata de extraordinaria belleza, su madre era una mujer negra y su padre un español.

Esta mujer a la que todos llamaban "La Mulata" tenía una belleza tan abrumadora que cualquier caballero que la miraba se enamoraba perdidamente de ella y así, su fama poco a poco fue extendiéndose más allá de la región de Córdoba. Fueron muchos los gentiles hombres trataron en vano enamorar a la mujer, pues esta siempre mantenía las puertas de su casa cerradas y rechazaba a cualquiera.

Por ese entonces, utilizando sólo las hierbas del campo y sin un conocimiento aparente de herbolaria comenzó a curar a campesinos de enfermedades que incluso los médicos no podían vencer, además, predecía tormentas y realizaba hechizos.

Con el tiempo la gente llegó a sospechar de su singular belleza, de la gran facilidad para curar a los enfermos y de su eterna soltería, así que no tardó en esparcirse el rumor de que la Mulata era amante del diablo, razón por la cual podía curar cualquier enfermedad, además de mantenerse siempre joven y hermosa.

Hubo personas que decían que si se pasaba por su casa durante las noches se podían escuchar ruidos temibles, llantos, lamentos y que se veían llamas en el interior de la vivienda, muchos también contaron que era posible verla en distintos lugares de Córdoba al mismo tiempo.

Pronto todos los pobladores comenzaron a temerle y los rumores no tardaron en llegar a los oídos del Tribunal del Santo Oficio, donde decidieron apresarla y conducirla hasta el puerto de Veracruz, donde, después de haberla encontrado culpable de practicar brujería y mantener pacto con el diablo, la encerraron en el castillo de San Juan de Ulúa donde se le preparaba un auto de fe para condenarla a la hoguera.

Pero un día, la Mulata en su mazmorra, le dijo al carcelero que le llevara un pedazo de carbón, el carcelero le dijo que en lugar de pedirle carbón le rogara al santísimo por la salvación de su alma, pero seducido por la altiva y hermosa presencia de la Mulata, le llevó lo que pedía.

Al otro día la Mulata le gritó al carcelero que fuera a ver lo que había pintado en la pared, este, al ver el velero pintado en la pared de la cárcel quedó sorprendido de la maestría y el realismo con que había sido pintado el velero, la Mulata, divertida por la reacción del carcelero le preguntó: ¿Qué es lo que le falta a esta embarcación? A lo cual contestó presuroso “andar”, “Pues mira como anda” le respondió la Mulata subiendo por las escalerillas del barco. Y fue así como desapareció para siempre la hermosa Mulata.